Primera Fundación de Clarisas Capuchinas en México 87
Obras y pleitos: 1.666-1.679
La obra inicial, llevada a cabo en las casa de doña Isabel que habían de albergar a la comunidad capuchina fue provisional; obra condicionada además de por la escasez de medios económicos también por la urgencia de poder alojar lo antes posible a las seis fundadoras llegadas de Castilla, hospedadas en convento ajeno.
Esto explica que el traslado se hiciera en plena obra y que a los pocos meses de vivir en el primer convento, que llamaron “su rinconcito a solas”, sin haber terminado todavía la obra inicial se vieran en la necesidad de ampliar y mejorar el convento. Puede parecer extraño que, aparezcan unidos, en el título de este capítulo dos conceptos tan dispares como obras y pleitos. Sin embargo, no es posible separar en nuestra historia lo uno de lo otro por cuanto todos los pleitos que tuvieron las madres fundadoras en México surgieron a propósito de la edificación y ampliación del primitivo convento. Como se han trasladado al nuevo convento sin haberse terminado las obras, sor María Felipa escribe en 26 de junio de 1.666: “…que esto que escribo es asistiendo a la obra y con el velo grande en la cara”. Sin duda para ser vista por los albañiles. Las capuchinas no pueden ser vistas, por eso al haber obreros trabajando aún dentro del convento, ellas llevaban el rostro siempre cubierto con el largo velo negro. Y era tanta la mortificación que suponía para la madre andar todo el día con el velo grande por la cara, que incluso, sor María de Toledo cuando, en 1· de diciembre de 1.666, narra la enfermedad de Sor María Felipa que la llevó a la muerte, dice: “…nuestra madre abadesa andaba mala de la cabeza y parecíamos ser abundancia de sangre y fatiga del velo, que nos lo quitábamos del rostro por la obra”.