Primera Fundación de Clarisas Capuchinas en México 86
El convento “San Felipe de Jesús” inicia una nueva andadura
El convento de San Felipe de Jesús sigue su vida, su esfuerzo por formar una comunidad de religiosas bien cimentada en la Regla de Santa Clara, sin desviarse un ápice de lo que sus fundadoras habían vivido en Toledo, de lo que allí aprendieron. Todo ello va a suponer un gran esfuerzo, una lucha tenaz en la que las protagonistas gastarán sus energías, sus vidas; pero, al fin, ganarán la batalla y la pequeña planta traída de España se tornará árbol frondoso en las tierras de Nueva España.
Todo ese camino duro de recorrer, toda esa vida, ese temblor íntimo de gozos y pesares, de aciertos y fracasos, de afanes y sosiegos, queda plasmado vivamente en sus cartas a Toledo. A través de ellas podemos conocer la vida de un convento español en la segunda mitad del siglo XVII en la Nueva España: su vida contada desde dentro, por sus propias monjas, a las que nada les resulta ajeno ni indiferente, ni la ciudad virreinal ni sus hombres ni sus mujeres; y ello, con los acontecimientos que sacuden sus vidas. Toda una circunstancia geográfica, histórica, costumbrista, humana, que como algo vivo se contiene en su correspondencia.
Es hermoso y atractivo poder conocer hoy los años fundacionales del primer convento de capuchinas en Hispanoamérica, a través de este diario íntimo que son cartas enviadas por “las navegantas” a Toledo. Esta correspondencia, hoy inédita, es sin duda el mejor regalo que ellas, seis capuchinas que siempre se sintieron desterradas, pudieron hacer a la imperial ciudad. Y ahora, lo que toca es ocuparse en ampliar el nuevo convento que recién estrenado ya no resulta suficiente. A este afán se van a entregar las fundadoras; sobre todo sor Lorenza Bernarda, madre abadesa, siempre auxiliada por la vicaria, madre sor María de Toledo. Fieles cronistas, además, de esta nueva andadura de las fundadoras.