Primera Fundación de Clarisas Capuchinas en México 91
Problemas: con un letrado, propietario de una casa colindante
Como un ejemplo de esos problemas con vecinos colindantes traemos aquí un contencioso en el que fue menester que interviniera el virrey y un oidor a fin de que se ajustara una pared del convento que lindaba con la casa de un letrado. Y traemos este caso, uno entre tantos, además por lo pintoresco de su desenlace. Sor María de Toledo, lo cuenta en una de sus cartas, con viveza y gracia inconfundibles; el letrado, escribe sor maría de Toledo:
“… dio en decir, que no habían de llevar la casa las capuchinas. Y diciendo esto, perdió el juicio. Y estuvo sin él, hasta que murió, que fue bien presto. Cosa que atemorizó a todos, si no fue a un procurador suyo, que quiso tenerse tieso, y decía, que no habían de derribar la pared y venía a reñir con los que trabajaban buscando ocasiones para fomentar su pleito, cuando le dio una perplegía, que pensaron no pudiera recibir la unción, que ya lo juzgaban por muerto, pero volvió algo reducido. Un pajecito de los señores marqueses, que decía era sobrino del letrado y que, a título de heredero quiso también hacer su papel y luego le dio un mal tan exquisito de que murió. Que decía doctor de palacio, que es el que nos hace caridad, no haber visto otro y decía con harta confusión: “no, no burlas con San Francisco, que puede mucho con Dios”. Estas y otras muchas cosas han sucedido y no hay que espantar”
Lo cierto es que la mayoría de los problemas con los vecinos colindantes fueron cuestión de medianerías y alturas. En México no estaban acostumbrados a una clausura tan estricta y no podían entender que unas capuchinas se ajustaran tanto a unas constituciones tan severas, sobre todo en cuanto a celar la clausura impidiendo los “registros”. La comunidad para ellos decidió levantar el muro conventual una vara más:
“Ahí se levantó otro monte con dificultades y la mayor era, que por los temblores no se podían alzar y nosotras dijimos que no había que temer, que Dios lo tendría y se queda poniendo por obra”
Con razón decía sor Lorenza Bernarda: “no se intenta poner piedra en la obra y alzar pared que no cueste un pleito”. En mayo de 1.672, por fin, la ampliación del convento está acabad y techada, sólo queda rematarla y que se vaya: “enladrillando y blanqueando”.