Primera Fundación de Clarisas Capuchinas en México 100
Suma pobreza y austeridad del templo
La suma pobreza y austeridad que las capuchinas observan es algo que también queda patente en sus iglesias. Entonces como ahora impresiona la austeridad que sus templos donde no tienen cabida la ostentación ni el adorno superfluo:
“No hemos consentido se cuelgue ni se ponga un pebetero de plata. Ni cuadros, que han querido darnos algunos y no los hemos admitido. Y uno de santa Leocadía, de cuando salió del sepulcro, -que lo trajeron para la profesión de una Leocadía, que es su padre de Toledo e hizo mucha instancia que se quedara en el convento, - y no lo permitimos…”
Empezaron a llevarlas imágenes de santos diversos pero ellas no lo aceptaban a excepción de un santo Cristo para un altar colateral. Al principio, por no tener, no tenían ni bancos en la iglesia. Solamente había unas sillas desvencijadas que estaban que estaban inventariadas en el legado insólito que del remanente de la testamentaría de doña Isabel de la Barrera hizo su hermano, fray Jerónimo, al Papa y al rey. Sillas que, inventario en mano, se las llevaron del convento junto con otras pertenencias:
“vinieron por los trastos, por inventario, y dos sillas viejas que habían puesto en la iglesia, mientras, mientras Dios nos daba bancos, fue lo primero que llevaron…”
Las gentes de la ciudad acudían a las celebraciones religiosas del “San Felipe de Jesús”, incluso iban con antelación, pues de otro modo no tendrían sitio. El comentario de los fieles, lo conocían las monjas: “que era la iglesia muy pequeña, yo espero a Dios, a otro año ha de estar hecha la nueva”.