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Sor Verónica Lagasca -Cap IX

Una de las veces que tuvo noticia de que había un sacerdote en una casa, cuyas señas le dieron, comentaba, tuvo que hacer un gran acto de fe, porque era una taberna y al decir el nombre, el que la atendía dijo:”servidor”, era realmente un sacerdote, pero en absoluto lo parecía.

Estas salidas no las hacía sin mucho riesgo, porque estaba su casa cerca del frente, e iba muchas veces a otras que estaban en la misma zona de guerra, como los Sres. Síndicos, Sres. Rubio (padres del aviador Jesús Rubio héroe de la guerra) que vivían en la plaza de España, y en cuya casa estuvo y murió poco espués nuestra M. Asunción, asistida por supuesto por M. Verónica que no dejaba de visitarla y la tuvieron en su casa los últimos días de la Madre, ella le llevó al P. Benito Capuchino para administrarle los últimos sacramentos.

Con razón decía un bienhechor, testigo de las andanzas de la Madre, “lo que es la capuchinas, no se pueden quejar de que están abandonadas”. Y lo hacía con tanto más sacrificio, cuanto que ya entonces estaba enferma del corazón y padecía colapsos que se le acentuaron, con las privaciones de la guerra, pero ella no hacía caso, y sucedió una vez quedarse privada en una misa a que asistió, y con solo saliendo después un poco a sentarse al aire libre, emprendió luego sus caminatas acostumbradas. 

Dios, sin duda, la debía ayudar mucho, sin eso no se explica que resistiese tanto. Era muy campechana y con todos se entendía bien aun con los rojos se mostraba afectuosa en el trato. Los que la trataban más íntimamente no dejaban de beneficiarse de su influencia, se dio el caso de pedirle los Sres. De Mayor (Dª Rogelio y D. Federico) que tenían recogida a Sor Mª Luisa, que las hiciese unos ejercicios espirituales, accedió sencillamente y los hicieron no solo el matrimonio y Sor Mª Luisa, sino también la sirvienta, quedaron todos encantados, se hicieron por supuesto, en toda regla, con perfecto silencio, varias meditaciones al día, etc. Para ejercicios era especial, según testimonio de las jóvenes, ya antes de los de las profesiones, les preparaba la celda con un crucifijo según el gusto de ellas.

Una de las mayores tribulaciones que por este tiempo tuvo, fue la pérdida de Sor Mª Natividad. Esta joven religiosa fue encomendada por la Madre a su prima Dª María Risco hija del Fundador de la Casa de Nazaret y que ella mantenía floreciente con sus bienes y sus trabajos personales. Esta Srta. Buscó a nuestra ermana Sor Mª Natividad, una casa de confianza y la llevó, pero antes de poder dar a la M. Verónica las señas, mataron a la dicha Srta. Estando la Madre con el disgusto de no saber dónde se encontraba, la hermana le ofrecieron las Hijas de la Caridad modo de poder salir de Madrid por la embajada francesa, las que quisieran pasar a España blanca, naturalmente fue aprovechado, y así, salvo algunas que se encontraban mejor colocadas y no veían tanta necesidad de irse, las demás aceptaron contentas la ocasión, pero lo triste era dejar a la joven Sor Natividad por desconocer su domicilio.

La Madre hizo una novena a su prima mártir, la Srta. Risco, y el último día de un modo totalmente providencial, se pudo sacar la pista de dónde estaba, gracias a Dios, muy bien considerada y atendida en lo posible entonces. Así pudo añadirse en los trámites de preparación del viaje con alegría de todas.

Aún parece digno de referirse las peripecias de la detención que tanto la M. Verónica como la M. Isabel-vicaria- tuvieron que sufrir en vísperas casi de su salida de Madrid.

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