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Primera Fundación de Clarisas Capuchinas en México 27

  … Llegamos todos a la playa donde había dispuesta falúa real de la Casa de la contratación por orden del señor general y yo previne para embarcarlas del coche al barco, tres sillas de manos, donde estando en esta función llegó el señor Obispo de Canarias, y acompañados de todos estos señores, llegó al coche y recibiendo por sus manos el Santo Crucifijo que trajeron las madres, lo besó y echó a todas su bendición. Fue esta acción en la playa a la vista de toda una ciudad que concurrió toda, muy religiosa y católica.

Acabada esta función dispuse de que el capellán que lleva la nao que es el licenciado Alonso Martín de Plasencia, persona de religiosa vida y muy loables costumbres y que ha sido sacristán mayor de esta Santa casa y entiende de las cosas de comunidad, se quedase a recibir en las sillas a las madres que yo iba a la falúa a recibirlas con todo cuidado que aunque tenía su escalerilla para subir respecto a la mucha marea que había era fuerza estar muy en la disposición de esta diligencia. Fue Dios servido que las embarqué todas de modo que habiendo cien mil personas en la playa no podrían asegurar si al embarcarse en la falúa habían visto si eran religiosas o capuchinas o no. Embarcadas todas, y acomodadas con todo gusto de las madres, hicimos a la vela donde en una hora llegamos al navío donde  estaba para recibirnos el capitán Agustín de Ossa, muy aderezada la nao de gallardetes y banderas.

En el viaje a la nao se nos mareó la madre Teresa, la primera, y después le siguió la madre abadesa. No les fatigó mucho, antes, quedaron con el vómito muy descansadas. Los que veníamos en al falúa fuimos notario mayor y menor, el capellán de la nao donde van las madres y yo. Subimos por la escala del navío que estaba muy famosa y segura de modo  también que desde el navío no pudo ver la gente si eran religiosas. Entraron en la cámara del navío donde se acostaron un poquito cansadas del mareo. Están tan bien dispuestos los repartimientos de camas y demás cosas para las madres que no se qué en Toledo o en Cádiz donde han estado hayan tenido mejores conveniencias. Éstas con todo gusto en ella según me dijeron otro día yendo a verlas que, aunque a la noche se marearon todas en el navío, y Casi están tan hechas que  juzgo no les ha de suceder más. Dos días han estado en la mar y no han hecho viaje por no haber tiempo. Ayer, cuatro de este mes, pasé a bordo a ver a las madres, y las hallé muy mejoradas del mareo. Confío en Dios, han de tener muy buen suceso en el viaje, hoy día de la fecha de esta han salido dos leguas a la mar toda la flota. El viento es muy escaso, solo se aguarda sople el levante con toda fuerza que es el viento de que necesitan para su viaje. Las madres me dejaron esas cartas para que las remitiese a Vuestra merced…

Don Luis Franco de Cuéllar a don Francisco de Villarreal. Cádiz, 5 julio 1665

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