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Gracias por darnos el trabajo de ser "camilleros"

Podemos decir que han sido unos días llenos del Espíritu Santo que parecía palparse, hasta en el ambiente, hasta en el aire que se respiraba.
El Patitas (como llamaba S. Pio de Pietralcina al diablo) nos visitó con la enfermedad de una hermana que está ingresada, teniendo que ir y venir a atenderla, más un virus… con todo, han sido unos días maravillosos.

El tema central de todos ellos y como el hilo conductor de todos estos días de ejercicios ha sido el AMOR, ese amor de Dios que no nos terminamos de creer a fondo. ¿Cómo tendrían que decirnos esta verdad de que Dios nos ama para que nos calase y nos la creyésemos de veras y a fondo, como para tomárnoslo en serio, de una vez por todas?



Jesucristo es la garantía de este AMOR, y ha muerto por nosotros, ¿Qué más necesitamos?....
En este año en que hemos celebrado la misericordia de Dios, sí podríamos bajar  a lo hondo de este AMOR que es misericordia sin fin.
En la parábola del hijo prodigo que como en todas sus charlas ha tenido mucha originalidad, nos decía como tanto el hijo que se fue de la casa porque no quería ser hijo, -que pidió por lo mismo todas sus pertenencias-, como el hijo mayor al que siempre hemos visto como el hijo “bueno” porque no se fue pero que en realidad luego cuando vuelve el hermano, no solo le echa en cara al Padre el que lo haya acogido sino que le reprocha dos cosas, una “ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres”… y, “a mí no me has dado ni siquiera un cabrito”, reproche al que el Padre responde: “hijo todo lo mío es tuyo”. No está contento de ser hijo, sino a disgusto de no haberse ido a comer con sus amigos….

El Padre, si es Padre siempre, no puede dejar de serlo de ninguno de los dos, un Padre nunca deja de serlo. Sea cual sea la actitud de los hijos.
La ternura del Padre que todos los días sale a esperar al hijo. Esa es la ternura de Dios y es lo que quiere resaltar la parábola y lo que Jesús nos vino a traer.
Aunque el Papa cerró la Puerta Santa  de la Misericordia el domingo día 20 de noviembre, con ello no se cierra la misericordia de Dios que es su Corazón desbordante de amor por nosotros, sus hijos en el Hijo.

Aunque no con estas palabras sino con otras muchísimas, el Padre ha tratado de que nuestros corazones se abran cada vez más al AMOR de Dios, no solo por nosotras sino por todos nuestros hermanos los hombres. 

Nos ha dado un titulo ya tomado por el Papa Francisco, que “somos camilleros de nuestros hermanos los hombres necesitados por enfermedad de cuerpo o de alma” es como si a cada hermano necesitado nosotras las monjas los tomásemos en una camilla los llevásemos hasta la presencia de Dios los bajásemos hasta su Corazón,  ¿y qué haría Dios sino lo que hizo en el evangelio curar, por la fe del enfermo y de los camilleros?….

Esto es lo que hemos querido aprender. Todo el que llegue a esta hoja y se encuentre en alguna necesidad no dejen de acudir a pedir a los camilleros del amor para que les tengan siempre presentes ante el Señor.

 

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